Durante su intervención, el presidente destacó que, en los últimos cinco años, El Salvador ha experimentado significativas transformaciones. Sin embargo, se inicia una nueva fase en la que el progreso positivo depende del esfuerzo colectivo y de un cambio de mentalidad en la sociedad salvadoreña, con el fin de continuar fortaleciendo la construcción de una nación mejor.
“Esta nueva etapa presenta dos desafíos principales: el primero es dejar atrás la cultura del ‘más vivo’, y el segundo, comprender que los avances significativos se logran de forma gradual, paso a paso. Todos anhelamos vivir en el mejor país del mundo, pero pocos están dispuestos a cambiar para lograrlo. Cada salvadoreño debe contribuir desde su propia posición”, afirmó.
El presidente también abordó un problema que algunos académicos denominan “el dilema de la acción colectiva”, que él describe coloquialmente como “la cultura del más vivo”. Mencionó que, durante décadas, el país estuvo sumido en la ruina, donde muchos se creían más astutos que los demás. Esta mentalidad de “solo yo” llevó a pérdidas colectivas, algo que es urgente cambiar.
Asimismo, Bukele subrayó la importancia de recordar que los cambios se logran de manera gradual. Resaltó que en los últimos cinco años, El Salvador ha alcanzado importantes transformaciones que pueden continuar si la ciudadanía y cada salvadoreño se comprometen a hacer su parte.
“Es fundamental entender que los cambios significativos no suceden de la noche a la mañana. Son el resultado de pequeños esfuerzos continuos. El éxito que parece instantáneo ha requerido años de trabajo. Hoy, el mundo observa a El Salvador por los aspectos positivos que aquí se están desarrollando, pero todas estas mejoras han demandado y seguirán demandando tiempo. Nuestro país está llevando a cabo la construcción de hospitales, carreteras, estadios y aeropuertos de manera simultánea, mientras el sector privado sigue creando nuevas oportunidades laborales. Cada proyecto tiene su propio tiempo de ejecución, y se desarrolla poco a poco, paso a paso”, explicó.
“En solo cinco años, hemos transformado al país más peligroso del mundo, la capital de los homicidios, en el más seguro del hemisferio occidental. Estamos construyendo una nueva casa sobre los escombros dejados por otros. Nos estamos esforzando intensamente, pero esto requiere tiempo y la colaboración de todos”, concluyó.