Un joven influencer obsesionado con las redes sociales decide que su próxima foto debe ser la más impactante jamás vista. Sin medidas de seguridad, escala la antena de un rascacielos, buscando la selfie perfecta.
Con un pie mal colocado y una ráfaga de viento inesperada, su ambición se convierte en su sentencia. La caída de más de 200 metros es el precio de su imprudencia.
Los casos de muertes por selfies extremas han ido en aumento, demostrando que, en la era digital, el deseo de aprobación puede tener consecuencias fatales.