En un esfuerzo por combatir la violencia y la inseguridad, autoridades de Ecuador han comenzado a conocer y evaluar el plan diseñado por el presidente Nayib Bukele para la recuperación de territorios dominados por pandillas. Este plan, implementado con éxito en El Salvador, se basa en una combinación de acciones policiales, programas sociales y estrategias de prevención para desarticular las estructuras criminales.
El plan Bukele se caracteriza por su enfoque integral que combina la mano dura contra la delincuencia con iniciativas para la reinserción social y la generación de oportunidades para jóvenes en riesgo. En El Salvador, esta estrategia ha logrado reducir significativamente los índices de homicidio y mejorar la percepción de seguridad en zonas antes controladas por pandillas.
Las autoridades ecuatorianas han mostrado interés en adaptar este modelo a su contexto nacional, donde ciertas áreas urbanas y rurales enfrentan altos niveles de violencia asociados a pandillas y crimen organizado. El intercambio de experiencias incluye visitas técnicas, talleres y asesorías para diseñar un plan ajustado a las particularidades de Ecuador.
El ministro de Seguridad de Ecuador destacó que la cooperación con El Salvador permitirá fortalecer las capacidades institucionales y mejorar la coordinación entre fuerzas policiales, judiciales y sociales. «La violencia no solo se combate con fuerza, sino con políticas que atiendan las causas profundas y brinden alternativas a quienes están en riesgo de caer en la delincuencia», afirmó.
Expertos en seguridad consideran que la implementación de este plan podría contribuir a la reducción de la violencia en Ecuador, siempre que se garantice respeto a los derechos humanos y se acompañe de inversiones en educación, empleo y desarrollo comunitario.
El plan Bukele ha sido objeto de debates internacionales por su enfoque autoritario y medidas controversiales, pero sus resultados en términos de seguridad han generado interés en varios países de la región que enfrentan retos similares.
En Ecuador, el reto será adaptar la estrategia a un contexto diverso y complejo, con actores criminales variados y dinámicas sociales distintas. La participación activa de la sociedad civil y el respeto a las garantías constitucionales serán clave para el éxito.
Este acercamiento marca un paso importante en la cooperación regional para enfrentar el problema de las pandillas y la violencia, buscando soluciones efectivas y sostenibles para garantizar la seguridad y el bienestar de la población.
