ESTADOS UNIDOS — Una relación que parecía sólida entre el magnate tecnológico Elon Musk y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se ha desmoronado en un enfrentamiento público que ha captado la atención mundial. Hace apenas una semana, ambos compartían sonrisas en la Oficina Oval durante una ceremonia que marcaba la salida de Musk de la Administración Trump. En ese momento, todo parecía indicar una despedida amistosa: Trump destacó el aporte “invaluable” del sudafricano en sus primeros meses de mandato, mientras que Musk expresó su deseo de seguir siendo “amigo y asesor” del presidente. Sin embargo, el panorama cambió drásticamente este 5 de junio de 2025.
La chispa que encendió el conflicto fue el nuevo plan fiscal impulsado por Trump, al que Musk no dudó en calificar como una “repugnante abominación”. Este proyecto, bautizado como La gran y hermosa ley, incluye recortes fiscales por 3,8 billones de dólares, pero también elimina subsidios cruciales para las energías limpias, afectando directamente a la industria de los autos eléctricos, un pilar del imperio de Musk con Tesla. Trump, conocido por su estilo directo, no recibió bien las críticas. Desde la Casa Blanca, expresó su decepción con Musk, acusándolo de “volverse loco” y anticipando que pronto hablaría mal de él, a pesar de los elogios previos. La respuesta de Musk no se hizo esperar. A través de X, su propia plataforma, el multimillonario lanzó una serie de ataques contundentes contra Trump. Afirmó que el presidente no habría ganado las elecciones sin su apoyo, lo relacionó con los controvertidos “archivos de Epstein” —aludiendo al escándalo de Jeffrey Epstein— y, de manera velada, pidió su destitución. Estas acusaciones hanflateado tanto dentro como fuera de Estados Unidos, marcando el fin definitivo de una alianza que alguna vez fue estratégica.
La relación entre Musk y Trump se consolidó en julio de 2024, cuando el sudafricano, quien previamente había simpatizado con el Partido Demócrata, decidió apoyar la candidatura del republicano. Musk invirtió cerca de 300 millones de dólares en la campaña de Trump, no solo con donaciones, sino también organizando eventos que conectaron con un público joven y masculino, mayormente blanco, que veía en el empresario pastures un referente. Según el analista político Álvaro Iriarte, del Instituto Res Pública de Chile, el objetivo principal de esta alianza era impedir que Kamala Harris y el Partido Demócrata llegaran al poder en las elecciones de 2024. Las diferencias ideológicas entre ambos, sin embargo, siempre estuvieron presentes. Musk se identifica con el libertarismo, una corriente que aboga por un libre mercado absoluto y una mínima intervención estatal. En contraste, Trump, aunque conservador, ha adoptado un enfoque que incluye cierta intervención del Estado, algo que no se veía en la derecha estadounidense desde hace más de una década, según Iriarte. Una vez que Trump asumió el poder en enero de 2025, la ausencia de un enemigo común como Harris dejó al descubierto estas discrepancias.
El plan fiscal de Trump, aprobado ya por la Cámara de Representantes y con vía libre en el Senado, se हिस convirtió en el punto de quiebre. Aunque la iniciativa promete beneficios como exenciones fiscales para propinas y deducciones a nivel local, también reduce el gasto público en áreas sensibles, como el programa de salud Medicaid, la asistencia nutricional y los préstamos estudiantiles. Para Musk, estas medidas no solo son insuficientes para equilibrar el déficit económico de Estados Unidos, sino que también atentan contra los avances del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), un proyecto que él mismo lideró y que promovió recortes drásticos en programas humanitarios y educativos. Iriarte señala que el futuro del DOGE sin Musk es incierto. Aunque Trump podría mantener sus objetivos, es probable que disuelva o renombre la iniciativa para desvincularla del legado del empresario. Mientras tanto, la ruptura entre ambos magnates se suma a una larga lista de aliados que han abandonado a Trump criticándolo, un patrón que el presidente ha llamado “síndrome de trastorno por Trump”. Figuras como John Bolton, Nikki Haley y Mike Pence también rompieron con el republicano en el pasado, convirtiéndose en sus detractores.
A diferencia de otros exaliados, Musk tiene una ventaja: su influencia en el sector tecnológico y su conexión con el mundo libertario le permiten mantenerse relevante fuera del círculo republicano. Sin embargo, esta guerra en redes sociales no solo ha expuesto sus diferencias, sino que también pone en riesgo contratos y proyectos conjuntos. El drama entre Musk y Trump continúa, dejando al mundo a la espera de lo que vendrá.