El 15 de abril, Daniel Spencer fue declarado culpable tras un juicio de un solo día, enfrentando hasta 20 años de prisión por un operativo encubierto. A pesar de la solicitud de la fiscalía de mantenerlo bajo custodia mientras esperaba su sentencia, la jueza de circuito Tiffany Baker-Carper decidió liberarlo, decisión que sería duramente cuestionada tras los hechos ocurridos el 19 de mayo.
Ese día, la policía de Tallahassee respondió a una llamada de emergencia en la residencia Spencer, ubicada en Kipling Court, SouthWood. Melissa, conocida cariñosamente como Missy, una niña de tan solo cinco años, fue hallada inconsciente y sin respirar. Aunque fue trasladada de inmediato al Tallahassee Memorial HealthCare, fue declarada muerta poco después.
La escena conmocionó a todos. Un informe del Departamento de Niños y Familias (DCF) reveló que Missy presentaba múltiples hematomas en diversas etapas de curación, quemaduras en los dedos y marcas de ligaduras en las muñecas, lo que evidenciaba un patrón de abuso sistemático. La policía confiscó una tarjeta de memoria de una cámara en su habitación, que contenía horas de material gráfico documentando los abusos. El hallazgo fue descrito como “impactante”.
Según declaraciones, Daniel Spencer había caído en una adicción a los narcóticos y se volvió cada vez más violento con la menor. Su esposa, Chloe Spencer, admitió que su esposo golpeaba a Missy dos veces al día con un cinturón. Sin embargo, ambos progenitores se culparon mutuamente del abuso, sin que ninguno pudiera ofrecer una explicación razonable para las lesiones graves de la menor. Chloe afirmó que Missy había estado enferma el fin de semana anterior, pero nunca fue llevada al hospital. Finalmente, se llamó a los servicios médicos cuando la pequeña dejó de respirar.
Los tres hermanos sobrevivientes de Missy fueron retirados del hogar esa misma tarde por un investigador de protección infantil, aunque inicialmente no se encontró un lugar donde reubicarlos. Posteriormente, una campaña de recaudación en GoFundMe informó que los menores están ahora bajo el cuidado de una tía abuela.
El caso generó una fuerte reacción pública. Campbell, crítico de la decisión de liberar a Spencer, declaró: “Si hubiera estado en la cárcel del condado de Leon, tendría una hija de cinco años con mucha más vida por delante”. Su dolor refleja el sentimiento de una comunidad conmocionada por una tragedia que quizás pudo haberse evitado.
Mientras se esperan las sentencias definitivas, el caso de Missy deja una profunda huella sobre las fallas del sistema judicial y la urgente necesidad de mayor protección para los menores vulnerables.