EL SALVADOR — La entrega de una cuerda por parte de la alcaldía de Morazán Norte, liderada por el alcalde Justino Vigil del partido Nuevas Ideas, como solución para que los habitantes de los caseríos Las Mesas, Los Mejías y La Guacamaya crucen los ríos Sapo y Torola, ha desatado una ola de indignación en redes sociales. Usuarios califican la medida como una burla y una muestra del abandono estatal hacia las comunidades rurales.
Por años, los habitantes de estas comunidades han solicitado la construcción de una pasarela o puente peatonal para cruzar con seguridad los ríos, que se vuelven peligrosos durante la temporada lluviosa. Sin embargo, según denunciaron líderes comunitarios, esta semana la oficina distrital de Meanguera solo entregó un lazo como solución temporal, poniendo en riesgo la integridad de estudiantes, maestros y campesinos que dependen de este cruce diariamente.
Un habitante expresó su frustración en medios locales: “Nos dieron un lazo, literalmente. Eso fue lo que nos mandaron.” Esta declaración refleja el sentimiento de abandono de las comunidades, que enfrentan condiciones precarias para acceder a servicios básicos como educación y trabajo.
En redes sociales, la entrega del lazo generó fuertes críticas. Publicaciones como “Una burla completa” y “Una cuerda como política pública” se viralizaron, acompañadas de imágenes de la cuerda cruzando el río, convertida en un símbolo del abandono rural. Los usuarios también cuestionaron la gestión de la alcaldía, señalando la falta de compromiso con obras de infraestructura esenciales.
La situación recuerda casos similares en la región, como el colapso de un puente peatonal en 2022 en el caserío Agua Caliente, San Isidro, que dejó comunidades incomunicadas. A pesar de promesas pasadas, como la construcción del puente María Chichilco en 2019, las comunidades de Morazán Norte siguen enfrentando carencias de infraestructura básica.