ESPAÑA — Los incendios forestales que asolaron España en agosto de 2025, quemando más de 350,000 hectáreas, golpearon con fuerza a Zamora y Orense, las provincias con mayor proporción de ancianos, según el Instituto Nacional de Estadística. Zamora, con un 12.29% de su población mayor de 80 años, y Orense, con un 12.14%, enfrentaron evacuaciones masivas que afectaron especialmente a personas mayores.
Tenemos mucha gente mayor, muchos viven solos y están desvalidos.Jesús José González Tejada, Guardia Civil
En Zamora, un centro de negocios en Benavente se convirtió en un refugio improvisado donde ancianos evacuados, como los de Vigo de Sanabria y Ribadelago Nuevo, jugaban dominó y veían películas mientras esperaban regresar a sus hogares. La Guardia Civil, liderada por el comandante Jesús José González Tejada, organizó desalojos priorizando las necesidades de los mayores, como medicación y ropa.
Les indicamos: ‘Recoja su medicación, ropa, el cargador…’.Jesús José González Tejada
Cuatro personas murieron y miles fueron evacuados en esta ola de incendios, la peor en tres décadas.
El temor entre los ancianos es perder sus hogares, un legado irrecuperable. Amelia Bueno, de 79 años, evacuada de Ribadelago Nuevo, expresó su arraigo:
Llevo 32 años viniendo a Sanabria. Que no me manden a otro lado.Amelia Bueno
Pedro Fernández, de 85 años, quien regresó a Vigo de Sanabria el viernes tras la evacuación, temió por la casa heredada de su padre:
Volver a empezar a mi edad no tiene sentido.Pedro Fernández
Aunque sus hogares se salvaron, otros pueblos no corrieron la misma suerte, con casas y recuerdos devorados por las llamas.
Los incendios, agravados por una ola de calor, vientos fuertes y baja humedad, dejaron un saldo devastador, especialmente en el noroeste. En Zamora, el incendio de Porto, que cruzó a Orense y León, obligó a evacuar miles de personas, incluyendo 65 menores de un campamento en Doney de la Requejada. A pesar de los esfuerzos de la Unidad Militar de Emergencias y bomberos internacionales, la compleja orografía y las condiciones climáticas dificultaron la extinción. La estabilización de algunos focos permitió retornos, pero el impacto emocional y material en la población anciana permanece.


