EL SALVADOR — Los Acuerdos de Paz de 1992, firmados entre el Gobierno y el FMLN, buscaban establecer una nación estable, democrática y respetuosa de la Constitución. Sin embargo, en 2025, su legado parece desvanecerse, cuestionando si aún son válidos o si han sido reemplazados por una nueva realidad política.
Estos acuerdos no eran solo un pacto entre dos partes, sino un proyecto para construir una sociedad basada en el pluralismo, la alternancia política y la movilidad social. Sus capítulos abarcaban reformas clave: la Fuerza Armada, la Policía Nacional Civil, el sistema judicial, el sistema electoral y temas económicos y sociales.
El Capítulo I, dedicado a la Fuerza Armada, establecía principios claros:
La Fuerza Armada tiene por misión la defensa de la soberanía del Estado y de la integridad del territorio, en los términos definidos por la Constitución. Su actuación estará circunscrita al estricto respeto a los valores democráticos.Acuerdos de Paz, pág. 48-49
Sin embargo, esta doctrina parece incumplida en la actualidad.
La Constitución que sustentó los Acuerdos de Paz ha sido reemplazada, según críticos, por una nueva legalidad que vulnera derechos humanos y debilita la institucionalidad. Las reformas acordadas en 1991, destinadas a subordinar la Fuerza Armada al poder civil, chocan con el creciente rol militar en la política actual.
Lejos de la democracia prometida, algunos ven un retorno al autoritarismo, similar al de décadas pasadas. La Constitución, antes considerada un baluarte, es ahora vista como un documento al servicio del poder político, incapaz de proteger los derechos ciudadanos.
Este panorama genera desazón. La ciudadanía, desde su individualidad, enfrenta limitaciones para revertir esta situación, recordando los días oscuros del siglo XX, cuando la opresión marcaba el destino del país. Denunciar esta realidad se convierte en un acto de resistencia, aunque insuficiente frente a la pérdida de la legalidad democrática.
A pesar de todo, persiste una chispa de esperanza: la lucha por la libertad sin dictadura. Los Acuerdos de Paz, aunque debilitados, siguen siendo un recordatorio de lo que El Salvador podría ser si se recuperaran sus principios de concordia y respeto por la ley.