HAITÍ — En un panorama cada vez más sombrío, los inmuebles que antes albergaban ministerios, tribunales y escuelas en Haití han perdido su significado. La capital, que solía ser el centro del poder estatal, ahora se ha convertido en un territorio donde la ley del más fuerte impera, según reportes del diario digital Haití Libre. La situación se ha vuelto insostenible, con pandilleros que han desatado una ola de ataques indiscriminados contra una variedad de instituciones clave.
Desde el puerto hasta las escuelas y universidades, nada parece estar a salvo. Las pandillas han asaltado comisarías, prisiones, ministerios y sucursales bancarias, sumando a su lista de ataques un devastador incendio en la Imprenta Nacional, que había sido un símbolo del país desde su primera publicación en 1804. El fuego también consumió un depósito de 96 mil metros cuadrados en la zona franca, reflejando la magnitud del caos que reina en la nación.
Los ataques no se limitan a instituciones públicas; los criminales han arremetido contra vehículos particulares, un seminario religioso y la histórica Primera Iglesia Bautista de Haití, que cuenta con más de 180 años de existencia. En abril de 2024, la situación escaló aún más cuando quemaron la casa del entonces comandante en jefe de la Policía Nacional de Haití, Frantz Elbé, enviando un mensaje claro sobre su impunidad.
La escalofriante realidad llegó a nuevos niveles cuando los pandilleros abrieron fuego contra una aeronave de Spirit Airlines durante su aterrizaje, forzando a la tripulación a desviar el vuelo a la República Dominicana, dejando a una azafata herida. Posteriormente, una inspección de seguridad a las aeronaves que operan en Puerto Príncipe reveló que los bandidos ya habían dañado un avión de Jet Blue y otro de American Airlines, evidenciando la grave amenaza que representa esta ola de violencia para la seguridad pública y la aviación en la región.
La situación en Haití es alarmante y requiere atención urgente. La lucha por la paz y la estabilidad en el país se vuelve cada vez más desafiante, mientras los ciudadanos esperan que se restablezca el orden y se protejan los espacios que son vitales para la sociedad.