Durante sus primeros 15 días de gobierno, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, implementó un giro radical en la relación con América Latina, marcado por amenazas comerciales, advertencias estratégicas y alianzas inesperadas. Este cambio generó incertidumbre en varios países de la región, mientras los gobiernos intentan adaptarse a la nueva política de Washington.
El 20 de enero, durante su discurso de toma de posesión, Trump anunció una “emergencia nacional” en la frontera sur de Estados Unidos. Esto incluyó el despliegue de tropas militares para reforzar la seguridad e impedir el ingreso de migrantes irregulares desde México. Además, afirmó su intención de designar a ciertos carteles de drogas que operan en la región como “organizaciones terroristas extranjeras“.
Uno de los primeros movimientos de la administración fue la imposición de un arancel del 25% a exportaciones provenientes de México y Colombia. Sin embargo, estas medidas fueron suspendidas tras alcanzar acuerdos con ambos países. En el caso de México, el gobierno se comprometió a reforzar su frontera sur, mientras que Colombia aceptó recibir inmigrantes deportados por Estados Unidos.
Trump también puso en el centro de la discusión el Canal de Panamá al señalar su intención de “recuperarlo” tras afirmar que China mantiene control sobre la vía interoceánica. En respuesta, el presidente de Panamá, José Raúl Mulino, reiteró la soberanía panameña sobre el canal y anunció que su gobierno evitará renovar un acuerdo comercial con Pekín firmado en 2017.
Marco Rubio, el secretario de estado de EE.UU realizó su primera gira oficial en América Latina, un gesto inédito en más de un siglo. Durante su visita a El Salvador, Rubio se reunió con el presidente Nayib Bukele y elogió su gestión. Posteriormente, la Casa Blanca informó que Trump “elogió el liderazgo del presidente Bukele en la región y el ejemplo que da a otras naciones del Hemisferio Occidental”.
El enviado especial Richard Grenell viajó a Venezuela para negociar la deportación de migrantes venezolanos desde Estados Unidos, incluidos miembros del grupo criminal Tren de Aragua. Durante la misión, logró además la liberación de seis ciudadanos estadounidenses detenidos en Venezuela.
Ryan Berg, analista del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), destacó que en Washington “hay halcones que quieren seguir una línea dura con Venezuela y otros que sugieren buscar un compromiso”.
México, por su parte, desplegó 10.000 miembros de la Guardia Nacional en su frontera como parte de un acuerdo con Estados Unidos para combatir el tráfico de fentanilo. A cambio, Washington suspendió los aranceles por un período de 30 días.
Pamela Starr, profesora de la Universidad del Sur de California, indicó que el cambio de abordaje de Trump “consiste, por un lado, en volver a una lógica de la Doctrina Monroe” y, por otro, en una política exterior que prioriza alianzas estratégicas sin importar el régimen político de los países aliados.
La nueva postura de la administración de Trump contrasta con su primer mandato, cuando la perspectiva hacia América Latina estuvo centrado en sanciones contra Venezuela y el aislamiento diplomático de Nicolás Maduro. Sin embargo, algunos analistas consideran que aún es temprano para determinar si esta estrategia se mantendrá en el tiempo o sufrirá modificaciones en los próximos meses.
Christopher Sabatini, investigador principal de Chatham House, calificó este cambio como “drástico” y señaló que “no se parece a ningún otro cambio en la política exterior de EE.UU. hacia el hemisferio”.