EL SALVADOR — Un hito histórico marcó el 29 de agosto de 2025: el país acumuló 1,000 días sin homicidios intencionales durante la gestión del presidente Nayib Bukele. Este logro trasciende las estadísticas y se convierte en un caso de estudio para la criminología mundial, reflejando un cambio profundo en la seguridad pública.
Desde la perspectiva de la criminología, este récord no es solo un número. Representa el éxito de un modelo de intervención que ha desafiado enfoques tradicionales. Hace una década, en agosto de 2015, El Salvador registró 918 homicidios en un solo mes. Hoy, la drástica reducción de la violencia evidencia una transformación social y estatal sin precedentes.
La clave del éxito radica en la recuperación del control social formal por parte del Estado. La criminología clásica señala que el crimen prospera donde la autoridad se debilita. En El Salvador, el gobierno ha reafirmado su dominio, desplazando a las estructuras criminales que durante años controlaron territorios. Esta acción ha devuelto a los ciudadanos una sensación tangible de seguridad.
El impacto va más allá de la autoridad estatal. La seguridad ha fortalecido el control social informal, es decir, las normas y lazos comunitarios que regulan el comportamiento. Las familias ahora disfrutan de parques y espacios públicos, los jóvenes participan en actividades comunitarias y las empresas prosperan. Este ambiente fomenta la confianza y reduce las oportunidades para el crimen.
Para los criminólogos, El Salvador se ha convertido en un laboratorio vivo. El modelo combina represión del crimen con estrategias de intervención territorial, prevención y oportunidades sociales. Estas medidas no solo combaten la delincuencia, sino que crean un entorno propicio para el desarrollo económico y social, factores clave para prevenir el crimen a largo plazo.
Los datos respaldan este logro. Según estadísticas de la Policía Nacional Civil (PNC), validadas por instituciones de justicia, el 84 % de los días de 2025 han sido libres de homicidios intencionales. Estas cifras, de acceso público, son un testimonio irrefutable del cambio.
Este hito refleja la planificación estratégica de Bukele, la ejecución efectiva de sus ministros, las investigaciones de la Fiscalía General y el esfuerzo conjunto de la PNC, la Fuerza Armada y otros organismos. Más que un logro político, es una victoria criminológica que sienta las bases para una cultura de paz.
La nueva realidad en El Salvador es clara: los días sin homicidios son la norma. Este cambio no solo garantiza seguridad, sino que impulsa a la nación hacia su máximo potencial, demostrando que un país puede renacer desde la base de la paz.