La Women, Peace, and Security Act of 2017 (Acta Mujeres, Paz y Seguridad de 2017) representa uno de los avances legislativos más relevantes en la política exterior y de defensa de Estados Unidos en la última década. Promulgada el 6 de octubre de 2017 por el entonces presidente Donald Trump, esta ley convirtió a EE.UU. en el primer país del mundo en adoptar una legislación integral que reconoce y promueve la participación significativa de las mujeres en la prevención, gestión y resolución de conflictos, así como en la consolidación de la paz global [2][3][7].
Orígenes y respaldo bipartidista
El Acta fue resultado de años de trabajo conjunto entre legisladores demócratas y republicanos. Entre sus principales promotores se encontraron la republicana Kristi Noem y la demócrata Jan Schakowsky en la Cámara de Representantes, así como los senadores Marco Rubio (republicano) y Jeanne Shaheen (demócrata) en el Senado [9]. Su aprobación unánime en ambas cámaras reflejó el amplio consenso sobre la importancia de la inclusión de las mujeres en los procesos de paz y la seguridad internacional.
La ley surgió como respuesta a la histórica Resolución 1325 del Consejo de Seguridad de la ONU (2000), que instaba a los países miembros a aumentar la participación de mujeres en la prevención y resolución de conflictos. Estados Unidos, mediante esta ley, se comprometió a liderar estos esfuerzos a nivel global [9].
Principales objetivos y obligaciones
El Acta establece que la participación política y el liderazgo de las mujeres en entornos frágiles son cruciales para la estabilidad democrática y la paz duradera. Obliga al presidente a desarrollar una estrategia nacional para implementar estos principios, alineada con los planes de otros países, e incluye planes de acción específicos para agencias federales como el Departamento de Estado y el Departamento de Defensa [2][4][7].
- Promover la participación de mujeres en la prevención y resolución de conflictos.
- Incluir análisis de género en la formación de personal diplomático y militar.
- Establecer mecanismos de seguimiento y evaluación para garantizar la efectividad de la estrategia.
La evidencia respalda estos objetivos: los acuerdos de paz que incluyen a mujeres tienen un 35% más de probabilidades de durar al menos 15 años y son un 64% menos propensos a fracasar [5]. Además, la igualdad de género se asocia con menor propensión a conflictos tanto internos como entre Estados.
Implementación y logros
En 2019, la administración Trump publicó la Estrategia Nacional sobre Mujeres, Paz y Seguridad, que reconoce el papel de las mujeres como agentes de cambio en la prevención de conflictos, la lucha contra el extremismo violento y la construcción de sociedades más estables [1][7]. Esta estrategia ha impulsado la capacitación en análisis de género y la integración de mujeres en misiones de paz y fuerzas de seguridad, generando impactos positivos en la protección de civiles y la reducción de abusos [9].
Controversia reciente: la agenda anti-“woke”
En abril de 2025, el secretario de Defensa Pete Hegseth anunció la eliminación del programa Mujeres, Paz y Seguridad en el Pentágono, calificándolo de “iniciativa divisiva y de justicia social”, a pesar de que la ley fue promulgada por Trump y apoyada por figuras republicanas clave [9]. Hegseth argumentó que el programa había sido “distorsionado” por la administración Biden, aunque no presentó ejemplos concretos de estos cambios.
Esta decisión ha generado críticas tanto a nivel nacional como internacional. La ONU y expertos en seguridad subrayan que la exclusión de las mujeres de los procesos de paz es perjudicial para la estabilidad global y que la participación femenina ha demostrado resultados positivos en la protección de civiles y la sostenibilidad de los acuerdos de paz [9].
Importancia y futuro del Acta
El Acta Mujeres, Paz y Seguridad de 2017 sigue siendo un referente global en políticas de inclusión y seguridad. Su enfoque en la agencia y liderazgo femenino en contextos de conflicto no solo responde a criterios de justicia y derechos humanos, sino que también se basa en evidencia empírica sobre su eficacia para lograr la paz y la estabilidad.
El debate actual sobre la continuidad de estos programas refleja la tensión entre agendas políticas y la necesidad de mantener políticas basadas en resultados y datos. El futuro del Acta dependerá de la capacidad de los responsables políticos para reconocer el valor estratégico de la participación de las mujeres en la seguridad internacional, más allá de las divisiones partidistas.
La historia y el impacto del Acta Mujeres, Paz y Seguridad de 2017 demuestran que la inclusión no es solo una cuestión de equidad, sino también de eficacia en la construcción de un mundo más seguro y pacífico.