MÉXICO — Un acto de violencia ha sacudido la escena musical mexicana tras el asesinato a balazos de Arnulfo “N”, de 28 años, escolta del reconocido rapero Santa Fe Klan. El crimen ocurrió la madrugada del viernes 6 de junio en el bar Richard, ubicado en la colonia Yerbabuena, sobre la carretera que une la capital de Guanajuato con Juventino Rosas. El ataque, descrito como directo por Samuel Ugalde García, secretario de Seguridad Pública municipal, dejó a la comunidad en shock y ha puesto en marcha una intensa investigación.
Testigos relataron que dos hombres se acercaron a Arnulfo, lo llamaron por su nombre y, al voltear, le dispararon sin mediar palabra. El momento quedó registrado por las cámaras de seguridad del bar, y las imágenes fueron entregadas a la Fiscalía General del Estado de Guanajuato, que abrió una carpeta de investigación para identificar a los responsables. Al llegar al lugar, los cuerpos de emergencia encontraron a Arnulfo sin vida, vestido con gorra negra, sudadera, short y tenis blancos. Sus tatuajes en ambas manos facilitaron su identificación inmediata, un detalle que ha marcado el impacto del suceso.
Arnulfo, quien fue policía municipal hasta su baja en 2021, se unió al equipo de seguridad de Santa Fe Klan tras dejar la corporación. También se encargaba de custodiar la tienda del artista en la colonia Santa Fe, lugar de origen compartido con el rapero. Sin embargo, este no es el primer golpe para el círculo cercano de Santa Fe Klan. En noviembre de 2021, Fernando Álvarez, otro escolta y esposo de la hermana del cantante, perdió la vida en un accidente automovilístico en la misma carretera rumbo a Juventino Rosas, un hecho que inspiró una emotiva canción del artista en su memoria.
Santa Fe Klan, cuyo nombre real es Ángel Jair Quezada Jasso, nació en Guanajuato en 1999 y se ha consolidado como una figura clave de la música urbana en México. Su estilo, que fusiona rap, cumbia y hip hop, resuena por letras crudas que reflejan la vida en los barrios, ganándole una base de fans leales. La muerte de Arnulfo no solo enluta su equipo, sino que reaviva preocupaciones sobre la seguridad de quienes rodean a figuras públicas en un contexto de creciente violencia.