Fuego en los Rastrojos
Allá donde se esconde el lucero hay un seco recuerdo de cenizas que lleva la brisa y toca con caricias al tenue cuarto menguante.
Fuego en las costillas del cerro vuelo zigzagueante de libélulas una de ellas encendió una vela y murió ahogada en la esperma de caléndulas.
Las cruces de palmas se desnudaron solo quedaron sus estacas pero los rezos pueden más que la candela en mayo lucirán un blindado vestido de hojalata.
Hay fuego en los rastrojos quema la arcilla madre de la semilla y la armadura fosil del cachicamo.
Oda a las Tejas
Se quiebran en cada salto y escupen alas de isópteras esas termitas que nacen del adobe.
Quiero correr en el caliente tejado dejar de lado los vértigos hacer de mis rusticas patas una excelente fabrica de goteras.
Rasguñar de las viejas lajas el musgo verdinegro eterno y liberar ese rojo intenso que en el pasado brillaba al sol.
Vivir una guerra de tejas es odisea en las alturas donde murió el papagayo y uno que otro amuleto.
Ballenas en los Lagos.
En un tiempo imaginé que en el reinar profundo de la noche las casas se despegaban del suelo y lentamente iniciaban un vuelo.
Giraban y giraban por los valles circundando montañas bañadas en luces de estrellas.
En el espejo de agua se reflejaba el nido del cuco en el árbol, contando con canto, cada hoja que el viento robaba al ramaje para darla al solitario paraje de colores opacos.
Y se detiene el tiempo, es hora de subir a la azotea para tomar el mando, dirigir la casa-nave a destinos lejanos.
Enciende el cielo con un yesquero de cosmos, ya nada es materia todo el universo es frio polvo.
Baila, salta. Rompe las tejas con los pies descalzos, ahora las mágicas casas son gigantescas ballenas
que decidieron volar a la luna llena y caer en picada en los lagos.
Cosas de Madrugada.
Cosas de Madrugada el despertar de los sueños, la odisea del silencio que llevamos por dentro.
Cosas de madrugada los ladridos lejanos de perros, el tenue frescor del viento en las hojas del ciruelo.
Un aroma recorre los versos con el vuelo de la lechuza sumergido en un tiempo lento.
Cosas de Madrugada son los recuerdos que titilan como luces de estrellas, el pensar debajo de las frías tejas vigiladas por grandes gatos.
En la noche puedes caminar descalzo, tomar el silencio y uno que otro café, esperar el amanecer.
Y ya no hay problemas.
Además puedes llorar un poco, pues tan solo son Cosas de Madrugada.