Ciudad de México – El caso de Valeria Márquez ha tomado un giro inesperado y escalofriante con la reciente detención de su amiga más cercana, Camila “N”. Durante semanas, Camila había sido vista en medios de comunicación, llorando desconsoladamente y clamando por justicia, mientras aseguraba no tener conocimiento alguno sobre el brutal asesinato en vivo de la influencer. Sin embargo, las inconsistencias en sus declaraciones comenzaron a levantar sospechas entre los investigadores.
Inicialmente citada como testigo, Camila fue sometida a un interrogatorio que se alargó por más de cinco horas. Fue en este contexto donde, confrontada con pruebas irrefutables, la joven se derrumbó y reveló una verdad impactante: Valeria había estado consciente de que su vida corría peligro y sospechaba de su propia amiga.
Según fuentes cercanas a la Fiscalía, Camila confesó haber sido contactada por un individuo apodado “El Mono”, un presunto operador digital con conexiones a una red clandestina que involucra a influencers y políticos. En su testimonio, reveló que le ofrecieron una suma de dinero para infiltrarse en el círculo íntimo de Valeria y obtener acceso a su información personal. Lo más alarmante fue su declaración de que el asesinato estaba planeado con días de antelación.
Aunque Camila insiste en que no apretó el gatillo, admitió haber proporcionado información crucial sobre los movimientos de Valeria, incluyendo la ubicación precisa desde donde realizaría su última transmisión en vivo. En su confesión, también se destapó que Valeria había descubierto documentos comprometidos que involucraban a varios creadores de contenido en prácticas ilegales como campañas de desprestigio, acoso digital organizado y extorsión a figuras públicas. Estos archivos, según Camila, estaban resguardados en un disco externo que Valeria protegía celosamente, el cual desapareció la misma noche del crimen.
La confesión tomó un giro emocional cuando Camila, entre lágrimas, confesó que sentía celos de la fama y el carisma de su amiga. “Yo quería ser ella”, afirmó, aunque sus palabras resonaron vacías ante la gravedad de sus acciones. Las autoridades no han descartado la posibilidad de imputarla por complicidad en el homicidio.
La reacción en redes sociales fue inmediata y feroz. Miles de usuarios que anteriormente apoyaban a Camila comenzaron a atacarla, llevando a que sus cuentas fueran cerradas y a que muchos indagaran en sus publicaciones pasadas en busca de posibles cómplices o mensajes ocultos. Teorías apuntan a que Camila no actuó sola y que otros dentro del círculo de Valeria podrían estar implicados en el complot.
El fiscal del caso, en una reciente rueda de prensa, confirmó que la confesión de Camila “cambia completamente el rumbo de la investigación”. Se han emitido órdenes de aprehensión contra al menos tres personas más, incluyendo a un influencer masculino con más de un millón de seguidores, que actualmente se encuentra “desaparecido”.
El entorno de Valeria, devastado por la traición, ha pedido justicia y que se castigue a todos los involucrados. “La traición vino de donde menos la esperábamos”, expresó un familiar. “Y lo que más duele es saber que ella lo sospechaba. Nos lo dijo, pero no pensamos que fuera real”.
Este nuevo capítulo del caso no solo expone las sombras del mundo digital, donde la envidia y el poder pueden convertirse en armas mortales, sino que también sirve como una advertencia: en las redes sociales, lo que parece perfecto puede ocultar intenciones mortales. La historia de Valeria Márquez ha dejado de ser la de una influencer asesinada en directo; es ahora la de una joven traicionada por quien más amaba, en un juego macabro donde la fama se pagó con sangre y el silencio fue adquirido con engaños.