EL SALVADOR — La administración del presidente Nayib Bukele ha marcado un hito en la seguridad ciudadana, alcanzando 149 días sin homicidios durante el primer semestre de 2025. Este resultado histórico supera los registros de 126 y 135 días sin asesinatos en el mismo período de 2023 y 2024, respectivamente, según estadísticas de la Policía Nacional Civil (PNC).
Si esta tendencia continúa, 2025 podría convertirse en el año más seguro en la historia de El Salvador bajo la presidencia de Bukele. En comparación, los cuatro gobiernos anteriores de ARENA y FMLN, en 20 años, apenas lograron dos días sin homicidios. En 2015, durante el segundo gobierno del FMLN, el país alcanzó un pico de 106 homicidios por cada 100,000 habitantes, el más alto registrado.
En los primeros seis meses de 2025, El Salvador reportó solo 39 muertes violentas, la mayoría no relacionadas con pandillas, con un 100% de captura de los responsables, garantizando cero impunidad. Esto contrasta con los 58 asesinatos en el primer semestre de 2024, 75 en 2023 y 500 en 2022.
El impacto de las políticas de seguridad ha transformado al país. Las pandillas, responsables de cerca de 200,000 homicidios en décadas pasadas, han sido erradicadas de comunidades y colonias. Además, las autoridades han desarticulado rápidamente grupos criminales emergentes, como La Raza Estudiantil, cuyos integrantes fueron capturados tras una investigación.
“Durante años, miles de homicidios fueron ocultados como desapariciones. Las pandillas y el Estado maquillaban las cifras con fosas clandestinas.”
Nayib Bukele, presidente de El Salvador
Bukele destacó que las pandillas, con complicidad de gobiernos anteriores, hicieron pasar cerca de 80,000 homicidios como desapariciones. Actualmente, con menos de 100 desaparecidos al año frente a los más de 1,500 anuales de administraciones pasadas, el presidente señaló que estas cifras revelan una “masacre sistemática oculta”.
Hoy, salvadoreños y extranjeros disfrutan de un clima de seguridad sin precedentes. Las medidas implementadas han posicionado a El Salvador como un modelo regional de seguridad, alejándolo de su antigua reputación como uno de los países más violentos del mundo.