VILLAHERMOSA, TABASCO — El sacerdote Héctor Alejandro Pérez, párroco de la iglesia San Francisco de Asís en la colonia Gaviotas Sur, fue víctima de un atentado armado la madrugada del 30 de junio de 2025, según informó la Diócesis de Tabasco. El ataque ocurrió alrededor de las 5:45 a.m. cuando el sacerdote salía de la casa parroquial para atender a un enfermo, en lo que se presume fue una confusión de persona.
El padre Héctor recibió múltiples heridas de bala, incluyendo impactos en el tórax y el brazo, así como una fractura expuesta de húmero, lesiones en el diafragma, colon, hígado y un vaso, con una pérdida de aproximadamente un litro de sangre. Tras una cirugía que finalizó a las 12:52 p.m., su estado de salud fue reportado como muy grave con pronóstico reservado, según un comunicado de la Diócesis. Actualmente, el sacerdote está entubado en el Hospital Gustavo A. Rovirosa, donde se le colocaron tres clavos en el brazo y se solicitaron donadores de sangre de cualquier tipo.
El estado de salud del p. Héctor al terminar la cirugía se reporta como muy grave con un pronóstico reservado ante la pérdida de sangre y lo complejo de las heridas internas.Diócesis de Tabasco
La Conferencia del Episcopado Mexicano calificó el ataque como “cobarde” y expresó su consternación, uniéndose al repudio de la Diócesis de Tabasco, que describió el acto como una “acción de barbarie” y llamó a la conversión de los agresores. El gobernador de Tabasco, Javier May Rodríguez, aseguró que el sacerdote está estable, aunque grave, y prometió que “no habrá impunidad”. Las autoridades desplegaron un operativo en Gaviotas Sur para dar con los responsables, quienes huyeron en motocicletas.
Este incidente se enmarca en una ola de violencia en Tabasco, atribuida a disputas entre grupos criminales como el Cártel Jalisco Nueva Generación y La Barredora. En 2025, Villahermosa registra una percepción de inseguridad del 90.6%, según la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU). Organizaciones como Human Rights Watch han alertado sobre la creciente violencia contra líderes comunitarios, incluyendo religiosos, en México, donde al menos 47 atentados contra miembros de la Iglesia Católica han ocurrido desde 1990.